Si observamos el comportamiento de las personas mayores respecto al coleccionismo, nos encontramos con una práctica enriquecedora que va más allá del simple acto de reunir objetos. Detrás de este hábito persistente existe un motivo psicológico profundo que se relaciona tanto con la necesidad de control como con el fortalecimiento de la identidad personal y el manejo emocional durante el envejecimiento. Para muchas personas mayores, coleccionar cosas representa una estrategia para enfrentar los cambios, pérdidas y retos que llegan con la edad, y puede ser tan benéfica como problemática dependiendo de la intensidad y el contexto en que se desarrolla.
El deseo de control y la búsqueda de sentido
A lo largo del proceso de envejecimiento, los individuos experimentan diversas situaciones que pueden hacerles sentir que pierden el control sobre sus vidas: el retiro laboral, la disminución de habilidades físicas, el círculo social reducido y, a veces, la pérdida de seres queridos. En este escenario, el coleccionismo se convierte en una herramienta poderosa para restablecer el sentido de control y seguridad en el entorno inmediato. Según diversos estudios sobre la psicología del coleccionismo, reunir objetos valiosos y estructurados proporciona una sensación de dominio que contrarresta la incertidumbre o el vacío que muchos mayores pueden llegar a experimentar.
La estructuración de una colección implica clasificar, ordenar y dar sentido a elementos que, a simple vista, pueden carecer de relevancia para otros. Aun cuando las colecciones sean modestas o incluso aparentemente triviales, la persona mayor encuentra en ellas una forma de crear una narrativa personal y activa, reforzando los recuerdos, los logros, los intereses y las relaciones sociales vinculadas a cada objeto. El coleccionismo, entonces, es una forma de reafirmar la identidad y de sentir que se tiene un propósito, algo especialmente relevante en la última etapa de la vida.
Factores psicológicos que favorecen el coleccionismo
En las personas mayores, el coleccionismo está relacionado con ciertos rasgos psicológicos, entre los que suelen destacarse el perfeccionismo, la meticulosidad y la tendencia al orden. Estos rasgos pueden potenciar el placer derivado de organizar y cuidar una colección, pero también pueden convertirse en una fuente de estrés si el deseo de control se transforma en obsesión.
- Perfeccionismo: Los coleccionistas mayores suelen buscar objetos específicos y en buen estado, dedicando tiempo a investigar, comparar y seleccionar con criterios bien definidos. Este perfeccionismo puede estar ligado a la necesidad de orden y a la sensación de que, a través de la colección, se restablece la armonía que puede faltar en otros aspectos de su vida.
- Meticulosidad: El cuidado, la limpieza y la organización de las colecciones implican una meticulosidad que puede resultar muy satisfactoria. Este rasgo suele estar presente en personas que, a lo largo de su vida, han valorado la disciplina y la atención al detalle.
- Búsqueda de validación: Para algunos, especialmente aquellos con baja autoestima o habilidades sociales limitadas, la colección funciona como una vía de reafirmación y autoeficacia. Mostrar la colección a familiares y amigos puede brindar reconocimiento y validación que refuerzan el sentido de pertenencia y valor personal.
- Manejo de la memoria y la nostalgia: Los objetos coleccionados, sobre todo si tienen algún vínculo biográfico, sirven como anclaje para recuerdos y emociones positivas. En este sentido, el coleccionismo es una forma de mantener viva la historia personal frente al paso del tiempo.
Beneficios emocionales y sociales para el adulto mayor
El coleccionismo, practicado de forma equilibrada, puede aportar beneficios psicológicos significativos. Entre ellos se cuentan el desarrollo de habilidades cognitivas mediante el aprendizaje relacionado con el objeto de interés, la estimulación de la memoria, el fomento de la paciencia y la constancia, y la posibilidad de socializar y conectarse con otros entusiastas del mismo tema.
Los adultos mayores suelen utilizar su colección como punto de partida para establecer conversaciones y relaciones sociales. Compartir el valor y la historia detrás de cada objeto permite expresar emociones, construir nuevas amistades y mantener activos los vínculos familiares. El sentido de orgullo que genera mostrar la colección puede ser fundamental para contrarrestar la soledad y el aislamiento que en ocasiones acompañan a la vejez.
Aspectos positivos del coleccionismo
- Estimulación cognitiva: El proceso de recopilar, clasificar y analizar objetos favorece la actividad mental y puede retrasar el deterioro cognitivo.
- Ocupación significativa: Mantener la mente ocupada con un propósito concreto disminuye los sentimientos de vacío o inutilidad.
- Socialización: Los clubes de coleccionistas y las ferias temáticas ofrecen oportunidades para ampliar el círculo social y compartir intereses.
- Valorización personal: El cuidado y la expansión de la colección fortalecen la autoestima y el sentido de logro.
Cuando el coleccionismo se convierte en problema
Sin embargo, no todo coleccionismo es saludable. Existen casos en los que la necesidad de acumular objetos deriva en patologías como el Síndrome de Diógenes o la silogomanía, especialmente en personas mayores que atraviesan estados emocionales delicados, aislamiento social o dificultades para gestionar los contratiempos.
El coleccionismo patológico se caracteriza por la acumulación compulsiva sin criterio de orden o calidad, el abandono de la higiene personal y del entorno, el aislamiento y la negativa a reconocer el problema. Aproximadamente un 12% de la población mundial podría verse afectada por alguna forma de este trastorno en su versión más severa. El síndrome afecta principalmente a adultos mayores, quienes pueden sentirse inseguros, vulnerables, y recurren al hábito de guardar objetos como refugio emocional y mecanismo de sobrecompensación frente a la falta de control en otras áreas de su vida.
Características del coleccionismo patológico
- Acumulación desordenada: El individuo guarda objetos sin valor o utilidad, llenando el espacio de manera caótica.
- Negligencia personal: Se descuidan la higiene, el autocuidado y la relación social, generando aislamiento.
- Negación: Falta de conciencia sobre el problema y resistencia a recibir ayuda.
- Ansiedad y obsesión: Incremento de la angustia si se intenta desechar algún objeto, sensación de pérdida y vacío.
A diferencia del coleccionista tradicional, que se enorgullece de su colección y la exhibe ordenadamente, el acumulador patológico se aísla y desarrolla comportamientos repetitivos y compulsivos que afectan gravemente su bienestar físico y mental.
Manejo y entendimiento del fenómeno
El estudio del coleccionismo en las personas mayores contempla no solo una dimensión clínica, sino también una perspectiva social y cultural. El hecho de que reunir objetos ofrezca beneficios evidentes en cuanto a la identidad y el bienestar emocional obliga a diferenciar con precisión cuándo el coleccionismo es una práctica saludable y cuándo evoluciona hacia la compulsión patológica que requiere intervención profesional.
El papel de los familiares y cuidadores es clave para intervenir a tiempo y acompañar de forma adecuada. La observación de cambios en la conducta, el diálogo abierto y la búsqueda de apoyo psicológico profesional son esenciales para asegurar que el coleccionismo se mantenga como una actividad sana y gratificante, evitando desenlaces negativos que pueden perjudicar la calidad de vida del adulto mayor.
En suma, el motivo psicológico